Circular de Julio de 1981
Circular de Julio de 1981
Y todo ocurría a las mil maravillas. Era una mañana como cualquier otra, si se la ve con ojos béticos, pero completamente diferente a los ojos de la gente de PRÓ-VIDA. A fin de cuentas, en aquella mañana había un tenue encaje de nubes blancas, verdaderos nimbos, haciendo contraste con el azul del cielo brasileño. Y todos los alumnos de PRÓ-VIDA vieron esto, además del Sol que todos ven.
Pero también el Sol estaba diferente aquella mañana porque, comprendiendo la Armonía reinante en una pequeña cancha de fútbol, él emitía, además de los rayos comunes, algunas vibraciones de una frecuencia desconocida, que se traducía a través de un color también desconocido, solamente visto y sentido por los jugadores, alumnos de PRÓ-VIDA.
Esto era un regalo de la naturaleza para quien tiene ojos para ver, oídos para oír y células para sentir.
Resulta que el equipo A, en los primeros treinta minutos de juego, presentaba un marcador de 8 goles a 1 frente al equipo B. Este desequilibrio no mostraba pesar (por eso no decimos “a pesar de este desequilibrio”). El ambiente estaba distendido e incluso hilarante. La hinchada alentaba al Sol y a las nubes, a los helados y a las golosinas; y los jugadores, al juego para que no terminara, pues así, se podían perder algunos kilitos de más.
Ahí, en ese clima, se produjo un grave incidente: de repente, uno de los jugadores del equipo que ganaba 8 a 1, en una jugada brillante, atravesando toda la cancha y gambeteando a todos, culminó con un “sombrerito” desconcertante sobre dos jugadores. En ese mismo instante, el juez (Orley) pitó falta grave. Todos los jugadores, a los gritos, reclaman: “¿Qué falta?”, “¿Por qué?”, “¿Cómo?”. Y solemnemente el juez responde, levantando su dedo índice: “¡Falta de… Humildad!”, y continuó: “¡¿Dónde se ha visto… humillar tan así al adversario?! ¿Se olvidaron ustedes de comparar el Tamaño de nuestro juego en relación a la Belleza de esta linda mañana?”.