Circular de Agosto de 1981
Circular de Agosto de 1981
EL DILEMA DEL AGRADECIMIENTO
En las horas del día en que una conjunción planetaria determina el cumpleaños de un Profesor, considerado también por todos un Maestro en Filosofía, sucede un perfecto, grandioso y singular homenaje, en el que el homenajeado es comparado con grandes personajes de la Historia y se le hacen regalos como se le hacen a los dioses. Es necesario un agradecimiento.
– ¡Qué excelente oportunidad y con qué placer deberá usted agradecer, dada la facilidad con que se presentan los elementos para tal fin!
– ¡Oh! pobre alma mortal, ¡todavía justificando tanto aprendizaje que deberá adquirir! ¿No percibe, entonces, que me encuentro ante una de las más difíciles tareas que me tocó enfrentar en mi vida?
– No entiendo, Maestro ¿Qué tarea? ¿Qué dificultad? ¿Se refiere usted tal vez a alguna dificultad en el agradecimiento?
– Exactamente, mi querido discípulo. Y, para aclararle, lo colocaré a la par de mi raciocinio: la posición destacada, honrosa, en la que me colocaron, y que ciertamente ocupa las mentes de quienes me hacen el homenaje, es elevada, solamente digna de un Filósofo, de un dios. Ahora bien, los Filósofos, los dioses, personajes con ese Tamaño, saben y tienen por Principio la Humildad, su virtud más notoria. Por lo tanto, por esta razón del homenaje, no debo aceptar, y no puedo, ya que, al aceptar y agradecer, estaría quitando la virtud del homenajeado. Por lo tanto, no estaría autorizado, por la propia razón del homenaje, a ser el homenajeado.
En otras palabras, mi querido discípulo: el Maestro Filósofo tiene por virtud la plena Sabiduría y Humildad. ¿Dónde estaría la Sabiduría, si la Humildad desapareciese? ¿Dónde estaría la Filosofía, si el Filósofo no siguiese sus Principios? ¿Y el Filósofo existiría?
Reitero: No puedo ni debo agradecer a tan grandioso homenaje. Sin embargo, si observo quién me hace el homenaje, ¡comprobaré que son mis propios alumnos! Y, aquí, ¡las cosas se complican! ¿Cómo podría un Profesor dejar de agradecer, de aceptar un homenaje de sus propios alumnos? Si no lo aceptara, estaría negando la aprobación de aquello que enseña. Estaría deshaciendo la autoridad que, por sí misma, enseña. Estaría destruyendo el número 1, generador del 2, 3, 4, etc. Estaría quitando la razón de ser del Ejemplo, manifestado por aquellos que transforman lo aprendido en Acción. Finalmente, estaría descaracterizando las figuras de Profesor y de Alumno. Por lo tanto, considerado así, debo agradecer el homenaje.
¿Percibe ahora, oh discípulo, el conflicto en que me encuentro, recordando principalmente que el objeto del homenaje es el mismo Profesor y Maestro en Filosofía, y al agradecer o no agradecer yo destruyo, de ambas formas, en el mismo objeto, cuatro figuras?
– ¿Cuatro, Maestro? Solo veo tres: el Filósofo, el Profesor y los Alumnos. ¿Usted dijo cuatro?
– Sí, dije cuatro y la cuarta figura está representada por la Esperanza. Esperanza que existe dentro de muchos, en la Humanidad, de transformarse en uno de los tres.
– Ahora estoy de acuerdo, Maestro, que este problema es insoluble y no desearía estar en su posición.
– Sepa pues, oh discípulo, que deberá desear un día estar en mi situación, y ese día será el día en que sabrá que él no es insoluble, porque ya habrá considerado la existencia del Reino de Todas las Posibilidades, tornando inviable lo imposible.
– ¡Por las barbas de Noé! Dígame entonces, Maestro cómo hacer este agradecimiento, mientras yo rezo a los dioses para tener capacidad de entender…
El Maestro, a todos los presentes: “Agradezco el homenaje que se me está ofreciendo en este instante. Sin embargo, considero como “regalo” no el homenaje, sino los homenajeantes que me fueron dados como regalo por un Ser Supremo que, en Su benemérita campaña dirigida al pueblo de la Tierra, me escogió como Guía, dándome permiso para utilizar su Filosofía.
Y, en Su Grandiosidad, incluso permitió, a ese conjunto que asimilase y manifestase todas Sus Enseñanzas, como está sucediendo en el día de hoy, mostrando una más de sus Virtudes: la de Profesor. Por lo tanto, con Humildad, agradezco a Dios, porque los acepto a ustedes y a cuantos más vengan deseosos de esta dirección. Malos, buenos, es el medio que merezco para mi misión”