24 de Octubre de 1981
24 de Octubre de 1981
Ustedes vieron, señores, que cuando las personas tienen buena voluntad, y que basta tener buena voluntad, la cosa sale.
(…)
Parece que las clases, la vivencia, la conducta, la convivencia, el análisis que uno hace del otro −sin querer, hasta inconscientemente− el hecho de convivir, de ver al otro en el grupo, parece que nos une.
Notamos las deficiencias de los otros y los otros notan las nuestras. Parece que en el ejemplo que cada uno da, terminamos corrigiendo aquello que está equivocado.
Después, el día que la cosa esté equiparada, es fácil ir a cualquiera de los niveles mentales de los diferentes que existen por ahí, un mundo de diferencias y de diferentes. No parece, pero eso también es la esencia de la filosofía. Una vez que usted conoce toda la escala musical tocada ahí afuera, es fácil entrar en el tono de quien quiera que sea, apenas entendiendo. Y eso hará el punto de adaptación en el medio. Nosotros nos adaptaremos al medio con mucha más facilidad, en cualquier sector. Creo que en cualquier actividad. Es solo parar, pensar, colocar la mente a funcionar: “¿cómo es que veo? Yo veo así”. Entonces, llega un momento que usted puede decir: “Si me agrada a mí, ciertamente les agradará a ellos, porque si le agrada al buen conocedor de vinos, creo que aquel vino debe ser realmente bueno. Deberá agradar a todos los paladares”. Esto es bueno porque da un voto de confianza a cada uno.
Las personas deben pensar, dentro de poco tiempo, dentro de PRÓ-VIDA, exactamente esto. Cuando alguien le dé algo para hacer, usted dice: “Lo hago”. Puede hacerlo, y con certeza lo suyo será lo mejor. Porque usted es un buen probador de vinos, conoce el néctar, y cuando usted lo haga, ciertamente a todos les va a gustar. Y será siempre lo mejor. Para usted será apenas una parte, claro, a fin de cuentas usted conoce el Todo. Usted es PRÓ-VIDA.