21 de Diciembre de 1979
21 de Diciembre de 1979
La Paciencia es directamente proporcional al propósito. Si usted realmente quiere, sabe lo que quiere, usted tiene Paciencia. Cuando usted no tiene mucha certeza de lo que quiere, usted está apurado, quiere llegar pronto para ver si lo satisface, porque si no lo satisface, va hacia otro propósito y, si no lo satisface va hacia otro… Ese es el camino de la mayoría de las personas: ellas hacen muchas cosas, una cantidad de cosas, pero nunca hacen realmente nada, porque no saben lo que quieren.
Aquel que ya sabe lo que quiere, sabe que lo va a encontrar, ya sintió por lo menos que lo va a encontrar, ese no tiene apuro. Ese sabe que en la propia continuidad del día a día, a cada instante del día, estará aprendiendo aquello que él desea, porque lo que él desea, si fuese el Propósito Universal, está dentro de él. Entonces, cada instante, cada mirada, cada hecho oído, cada palabra oída, cada persona, cada aura tocada, cada sensación proporcionada por los cinco sentidos, será una lección para él. Él estará siempre aprendiendo.
¡Esto es importante! Es muy importante que se les diga ahora, porque el sabor de las cosas solo conseguirá sentirlo, si comienza a observar todo.
La Paciencia, entonces, es autocultivada cuando usted sabe lo que quiere. Ella va sola. Ella aparece sola, porque la falta de Paciencia está generalmente relacionada con perder el tiempo, es decir, “estoy perdiendo el tiempo, estoy aquí sin hacer nada; ¿será que es lo que yo quiero, será que no lo es…?”. Bueno, entonces no se entendió todavía lo principal, y lo principal es que usted nunca está perdiendo el tiempo, mientras sepa que a cada instante se están presentando muchas lecciones a su alrededor. Usted siempre está recibiendo una lección, a cada instante está aprendiendo. Pero, es necesario que usted sepa por lo menos lo que quiere, ¡el objetivo de su vida!