18 de Enero de 1981
18 de Enero de 1981
EL DÍA QUE EL VIENTO DIO LUGAR A LA BRISA
Sin el conocimiento de su intrínseca naturaleza, los vegetales vivían pisados, azotados, atormentados por un soberano: el viento.
Este, ni aun conociendo sus limitaciones, usufructuaba de su calidad máxima: el ventarrón, y se imponía. Imitado por sus polos, la lluvia, el fuego y los temblores de tierra, por inconsecuencia, se transformaban en tempestad, rayos, volcanes, terremotos.
Abnegados ya por su situación de inferioridad frente a tan potentes fuerzas, los vegetales nacían y morían sin conocer la VIDA.
Relegados a un plano perenne bajo la imposición de tales fuerzas, intentaban salidas, cuando se les ocurrió, como una de ellas, la REACCIÓN ACTIVA.
Por siglos y siglos intentaron oponerse al ventarrón y siempre terminaban destrozados. Intentaron con las tempestades y terminaron encharcados. De los rayos, volcanes, terremotos, solamente consiguieron la destrucción.
Una semilla, sin embargo, llevada un día por el mismo ventarrón, cayó cerca de un sauce y allí creció. Cierta vez, por la manifestación de un ventarrón tempestuoso, vio al sauce curvándose y salir ileso de la fuerza destructora. Entonces, transmitió este mensaje a todos los vegetales, al que llamó REACCIÓN PASIVA.
Poco tiempo después, no habiendo más razón para gastar tanta energía −y, así mismo, no consiguiendo imponerse− el viento dejó de provocar ventarrón y pasó simplemente a ser llamado brisa, que comprendiendo la igualdad de posición en un mismo territorio, pasó a distribuir caricias y, con esto, mantener su propia existencia.
Las otras fuerzas lo siguieron por IMITACIÓN, y la lluvia pasó a ser llovizna, el fuego se moderó en tierno calor y la tierra acogió a todos, sin más temblores.