17 de Diciembre de 1981
17 de Diciembre de 1981
En el Restaurante Néctar, para la Circular de enero de 1982.
ILUSIÓN DE LOS SENTIDOS
Y por lo que los ojos pueden ver, estaba yo mirando un rostro que, según los patrones de belleza conceptuados según mi conocimiento, se presentaba como angelical.
De repente, un deseo de profundizar la visión, pues una pregunta se hacía presente en mi mente: ¿Será que ella es capaz de practicar el mal?
El rostro recorrido por la visión que escudriñaba, en el intento de encontrar una señal que respondiese, me hizo reconocer el límite de ese sentido.
Inmediatamente después de este descubrimiento, un sonido se hizo presente, como que ayudando a ampliar el límite del sentir: se manifestaba la audición. El sonido audible, juntando letras, formaba palabras que respondían: “Sí, esta cara angelical puede practicar el mal”. Seguidamente otros, diciendo: “¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Para qué?”. Una vez más se encontraba ese sentido en la encrucijada limítrofe, que preguntaba, lógicamente, ¡por no tener más respuestas!…
Enciendo un cigarrillo y espero. La pregunta latía por el último sentido usado: ¿Por qué tanta belleza se revierte en tanta fealdad, dada por los actos que puede practicar y practica?
El humo penetrando por las fosas nasales despierta una nueva sensibilidad. Era el olfato juntándose a sus compañeros para auxiliar en las pretendidas respuestas.
Me aproximo a la cara angelical y siento el olor de gas carbónico exhalado y me pregunto: ¿Cómo puede entrar tanta pureza, el oxígeno y salir una combinación de mal olor? El olfato explica, diciendo sobre el medio interno, el externo, sus combinaciones, su alquimia, sus transmutaciones.
E inmediatamente apelo al tacto, haciendo a su vez la misma pregunta: “¿Por qué tanta belleza externa puede manifestar, en determinadas circunstancias, tanta maldad?”.
El tacto, grosero y sutil, no consigue respuesta y pregunta: “¿Por qué existo, sino para comparar la rudeza y la suavidad de los seres existentes?”.
Aparece una copa de vino frente a mí. Bebo. De repente, me despierto al sabor de las cosas. Es el paladar que se manifiesta y muestra que existe. Le hago la pregunta: ¿Por qué puede, para qué, hasta cuándo lo dulce externo tornarse amargo?
Simultáneamente con la pregunta, un café era colocado en la mesa. Terminaba la comida cuando el paladar responde: “Si ahora, satisfecho su apetito, le diesen la oportunidad de comenzar todo nuevamente, ¿cuál sería su conducta? Ciertamente, usted se habría reconocido en satisfacción plena. Entonces, ¿dónde está la atractiva belleza ahora, si usted no la quiere más?”.
¿Estaría la atracción de la belleza en el objeto visto o dentro de quien la ve?
Si usted responde esto, seguramente reconocerá por qué la cara angelical podrá actuar con maldad. Ciertamente, entonces, usted no se sentirá más atraído por la belleza, efímera, y sí por la Pureza, Eterna.