13 de Noviembre de 1981
13 de Noviembre de 1981
Esta aquí es una copa de helado de cartón. Y esta, una copa de helado de cristal.
Usted es el cliente. ¿Cuál es mi actividad? Hacer helado. Hacer helado es la proposición. Mire, si yo tomo esta copa de cristal y coloco helado en ella, yo estoy dividiendo, estoy siendo negligente y hasta, en cierta forma, estoy impidiendo que mi mente articule mejor para darme mayor creatividad en mi real propósito: hacer helado.
¿Por qué? Porque, al colocar helado en una copa de cristal, yo puedo dejar de tener, inconscientemente, la creatividad que haría al helado mejor todavía, porque la copa, en cierta forma, sustituye o complementa la venta. Es lo que yo pienso. Y entonces el helado no sale bueno porque yo confío en la copa, porque no doy todo para hacer el helado, porque me olvidé de que mi real propósito era ser heladero. Y como olvidé mi real propósito, mi real capacidad, confío en la capacidad de alguna otra cosa, que podrá o no hacer cumplir el propósito total que yo espero.
Sin embargo, si yo comienzo a servir el helado en esa copa de cartón, el helado será el mejor posible, porque no tendrá nada que lo ayude, no tendrá bastones ni soportes.
Y si el helado fuera realmente bueno, bueno, bueno, en realidad ¿quién gana? Yo, porque me satisfago. Realmente cumplí aquello sin ayuda de cosas externas. Yo cumplí lo que quería. Entonces, me satisfago. No dependí de nada. Incluso aumenté mi creatividad. Salí beneficiado. Y el público, aquel que me buscó, también salió beneficiado con mi coraje, esfuerzo e inteligencia.