13 de Noviembre de 1981
13 de Noviembre de 1981
¡Qué bueno es permanecer en silencio de vez en cuando! ¡Pero es difícil que las personas permanezcan en silencio! Generalmente permanecen en silencio por fuga psicológica, porque no consiguen articular el pensamiento. O entonces, porque surge una resultante de cada pensamiento a cada segundo. La persona piensa tan rápido que el cerebro toma dos o tres pensamientos y forma una resultante que ella no consigue vivir. Entonces, crea una fuga psicológica. La abstracción caracteriza el estado de ansiedad, muchos pensamientos dando resultantes a cada instante.
En enfermos psicóticos, y también en algunos tipos de neurosis, ese grado de rapidez va siendo tan elevado que la persona mira una cosa y ya relaciona con otra, y con otra, y las ideas van procesándose a una velocidad ¡increíble! Llega un momento en que no da tiempo para que la persona hable, exponga sus ideas. Sucede una onda, una crisis de ansiedad. En las clínicas dan relajantes para que no piensen, por lo menos conscientemente. A veces permanecen en sueñoterapia, hasta conseguir articular nuevamente las ideas según la capacidad del cerebro. Las resultantes se manifiestan en conductas.
En nuestros días, esto es típico. Las personas no consiguen parar de hablar. Hablan como papagayos. Hablan y no saben lo que están hablando. Están colocando resultantes de ideas para afuera. No oyen lo que dicen. Hasta que, en crisis, no consiguen hablar más: entran en silencio. Las personas creen que es depresión, pero dentro de la cabeza del individuo está ocurriendo un torbellino de ideas que él no consigue conciliar.
Está claro que mientras el cerebro esté en ese estado, el individuo no está viviendo, porque vida propiamente es la vida con usted mismo, y la relación entre usted y el medio en que habita. Si usted no tiene manifestación en el medio, no es participante de la vida, no vive. No está aprovechando ni siquiera el mínimo conocimiento que tiene dentro de usted.
Es común en esas crisis que las personas lloren. Y no saben por qué lloran, pero necesitan llorar. Es un llanto aparentemente sin motivo. El llanto traduce la desesperación interior que está viviendo la persona: sólo acumula ideas y sus resultantes. También entran en silencio y, en esos casos, es realmente depresión. Depresión y sueño.
Es difícil permanecer en silencio conscientemente como ustedes lo hacen aquí. Abstenerse de hablar sin aislarse del medio y de sí mismo. Solo abstenerse de palabras. Una parada que favorece a la reflexión. Por este camino de la reflexión, las personas un día podrán llegar al secreto, porque a través de esta reflexión terminarán meditando.
Es un método muy bueno, pero peligroso sin alguien cerca que ya haya pasado por la experiencia, porque de repente se podrá encontrar con una verdad que piensa que es absoluta. Es bueno tener a alguien cerca, porque la persona podrá entrar en conflicto. El silencio es necesario, pero con alguien cerca. Por eso, no forzamos el aspecto reflexión y meditación.
Conocí muchas personas que caminaron solas por reflexión y meditación. En verdad, se presentan casi como enfermos, porque rechazan el medio en que viven. Cuando se conversa con ellas, dicen: “¡Basta de palabras! Ya sé toda la verdad de este mundo. No necesito más palabras”. Permanecen en ese estado el resto de la vida. Ahora, se comportan como el neurótico o como el psicótico, porque perdieron la relación con el medio.
Entonces, ese no es nuestro método. El silencio también puede ser usado, pero debe haber alguien cerca. Y digo más: ¡es difícil hacer silencio sin dormir! Difícil no hablar, no dar salida a un deseo imperioso que, parece, se alivia hablando. En verdad, no alivia: distrae. La verdad asusta y el individuo resuelve hablar bastante porque distrae la mente.
Es como la historia del dolor y el método chino: si duele aquí, pellizca allí. Compensación. Usted huye de una cosa y provoca otra.
Muchas veces, las personas huyen de las verdades que les ocurren, porque cuando encuentran algo que es realmente grandioso, se ven en la obligación de seguir y, para eso, es necesario Coraje. Entonces, la persona racionaliza: habla, habla, habla… y huye. Mientras está hablando, no está pensando. Por eso decimos en el Curso: “¿Usted piensa lo que siente o siente lo que piensa?… y ¡¿qué es lo que usted habla?!”.