Personas de Brasil y de Estados Unidos juntas para observar el cielo
Personas de Brasil y de Estados Unidos juntas para observar el cielo
Por primera vez, los participantes del sector de Astronomía del Laboratorio de PRÓ-VIDA, en Estados Unidos, organizaron un live para la observación del cielo.
El encuentro fue el día 17 de julio, con amigos de Brasil, todos atraídos por el placer de apreciar los astros, de conversar sobre el universo pero, sobre todo, por el placer de estar juntos.
Se utilizaron tres telescopios para la observación: uno de ellos en la ciudad de Boituva, en San Pablo (Brasil) y los otros dos en Cedar Hill, en Texas (USA).
Las imágenes obtenidas fueron transmitidas en vivo a más de setenta participantes de varias ciudades de ambos países, con explicaciones sobre cada uno de los cuerpos observados.
La actividad fue elaborada y transmitida en inglés, por el equipo de Laboratorio de Estados Unidos.
Las condiciones climáticas fueron favorables para la observación. Durante los momentos en que el cielo se nubló en Texas, el telescopio situado en Boituva no enfrentó el mismo obstáculo. Entonces fue posible ver la Luna en su fase creciente, o sea, cuando apenas la mitad de su cara iluminada mira hacia la Tierra. Este es el momento ideal para la observación de los cráteres, debido al gran contraste entre sombra y luz.
Se hizo énfasis en la diferencia dada por la perspectiva en cuanto a la vista a partir del hemisferio norte en relación a la realizada desde el hemisferio sur
Uno de los telescopios en Texas, configurado para mayor magnificación, mostró algunos cráteres.
Se visualizaron los planetas Júpiter y Saturno, como también los cuerpos celestes llamados “espacio profundo”, es decir, los que están más allá de los límites del Sistema Solar.
Entre ellos están los viveros de estrellas y aglomerados estelares, llamados globulares, dentro de nuestra Vía Láctea.
Además de la Vía Láctea se observó la Galaxia del Molinete, distante 23 millones de años de luz de nosotros. La luz de esta galaxia viene viajando en nuestra dirección hace 23 millones de años y, aquella noche, alcanzó nuestros ojos. Ella abandonó su fuente de origen, su galaxia, en el período Neógeno, aun cuando no existía la actual formación de los continentes terrestres.
La actividad de observación del cielo fue más allá del intercambio de conocimiento entre los participantes. Se transformó en un momento de charla entre amigos. Todos mirando hacia el mismo punto y teniendo la oportunidad de reflexionar sobre los aspectos que cada día nos inspiran más: sentir la grandiosidad del universo.