Un nuevo comienzo
Un nuevo comienzo
Un día, él decidió resolver un conflicto. Para eso, lo mejor sería hacer un viaje, idealizado hace tiempo. Organizó todo y partió.
Durante el trayecto realizó una corta travesía a pie por valles y montañas. Los rayos del sol lo acompañaban en cada subida y en cada bajada. El camino le resultaba arduo, pero mientras subía se concentraba en su objetivo: llegar al punto más alto y desde allí contemplar el vasto paisaje que se imponía. Cuando caía el sol, paraba. Cuando la luna y las estrellas salían a escena, las admiraba.
Admiraba porque la inmensidad se hacía presente, dentro y fuera de él. Allá, en lo alto, parecía que con sólo extender una mano alcanzaría alguna de los miles y millones de brillantes lucecitas que iluminan la intensa negrura de la noche.
En esos instantes de puro silencio, sentía que se conectaba consigo mismo y con el Universo. No cabía explicación para describir que, siendo tan minúsculo de tamaño podía integrarse con algo tan mayúsculo como aquello, tan armónicamente dibujado.
Y, de repente agradeció: por estar en ese recorrido, por tener la posibilidad de cerrar un círculo y pasar a otro que, naturalmente, ya comenzaba a proponer cambios en su vida.
¿Cuántas veces nos propusimos iniciar un viaje parecido, en la búsqueda interior? ¿Cuántas veces observamos algo con admiración? ¿Cuántas veces nos sentimos parte de algo mayor? ¿Cuántas quisimos agradecer?
Un nuevo solsticio acabó de suceder, el cierre de otro año y, con él, para muchos, la hora de hacer balances, de trazar nuevos objetivos.
Tal como la propia naturaleza nos muestra, en el proceso de la vida, existen momentos de siembra, otros de crecimiento y madurez, y también los de cosecha.
Tiempos propicios para recomenzar, para dejar atrás lo viejo y hacer lugar a lo nuevo, abrirse a algo mayor, trascender los aspectos que nos limitan y permitir la entrada de la luz… La Luz que ilumina el mundo.