La luz del sentir
La luz del sentir
Todo lo que nos rodea es captado por los cinco sentidos, naturalmente y de manera diferente por cada individuo. Esa percepción sensorial, vinculada a nuestro cerebro, nos permite interactuar con el mundo, vivir experiencias y aumentar el bagaje de conocimiento.
Agregando un objetivo a la observación atenta hecha por los sentidos, cada cosa o persona observada pasa a tener una existencia diferente para quien objetivó la mirada. De repente, se percibe la existencia de algo que siempre estuvo presente, pero que no se veía; o algo que era visible, ya no se presenta como era percibido anteriormente.
El objeto cambia y también cambia el observador que, al seguir en la búsqueda de la realización de sus objetivos, ve recompensados su esfuerzo y determinación: la intuición se revela en el instante en que lo inexistente pasa a existir.
Entonces, como es representado gráficamente en las historietas, se prende una lamparita y… ¡Eureka! Está clara la dirección a seguir. Así, desde los inicios, el hombre observa la naturaleza, el sol, el cielo, las estrellas y sus semejantes. Sigue su instinto, usa la capacidad cerebral, supera las dificultades, satisface las necesidades, hace todo para sobrevivir, vive procesos y evoluciona.
Entonces, como es representado gráficamente en las historietas, se prende una lamparita y… ¡Eureka! Está clara la dirección a seguir. Así, desde los inicios, el hombre observa la naturaleza, el sol, el cielo, las estrellas y sus semejantes. Sigue su instinto, usa la capacidad cerebral, supera las dificultades, satisface las necesidades, hace todo para sobrevivir, vive procesos y evoluciona.
Usar la mente y definir objetivos es lo que aprendemos aquí, en PRÓ-VIDA. Nuestra atención está enfocada en la vida, ya no usamos solo el instinto, sino también el conocimiento y la conciencia de quiénes somos y del mundo que nos circunda.
Con la responsabilidad y el sentido de utilidad que impregna nuestras acciones, podemos hacer la diferencia en el medio y, observando el mundo, atentos, tener diariamente la lamparita que se enciende. Y un día, quién sabe, ser la propia Luz.