Iluminar
Iluminar
Iluminar es la palabra que queremos llevar adelante en el nuevo año, para grabarla en el recóndito rincón que alberga nuestros pensamientos y mantenerla siempre viva como un recuerdo perpetuo. En una época en que la crisis energética de algunas regiones del mundo hace de la luz un recurso escaso, decidimos exaltarla para observar sus diferentes manifestaciones. Puede ser caliente o fría, presentarse en tonos amarillos o azules. Puede ser deslumbrante, o tímida, y asomarse por el borde de una vela. Dibuja los contornos del árbol de Navidad o de las calles de noche, cuando el sol adormecido nos deja en la oscuridad.
Luz tenue o ardiente: así como el fuego calienta el cuerpo, el brillo exalta los pensamientos. Pero si la luz que viene del exterior escasea, es necesario buscar una fuente alternativa. Y en el afán por la búsqueda de una idea, es posible mirar más allá e intentar encontrarla en el interior. Somos capaces de transmitir calor: nuestro cuerpo puede calentarse y, cuando estamos juntos, percibimos el aumento de la temperatura de un ambiente. Todo es una cuestión de energía que circula a voluntad en el ser humano.
Luz en los ojos: en algunas personas es reconocible un brillo que anima e ilumina el tiempo pasado en su compañía. Quién sabe de dónde viene, sean cuales sean los motivos que desencadenaron tanta belleza. Lo que cuenta es la posibilidad: podemos iluminar. Podemos llamarla paz interior, equilibrio, serenidad, darle mil nombres diferentes; incluso podemos usar la palabra felicidad para describir la luz que viene del interior. Poco importa la razón, cada uno encuentra la suya, con solo saber que es posible.
Convivir con estas ideas es ya un primer paso para encontrar la luz. El día a día está marcado por intervalos de luz y sombra, porque la oscuridad existe, pero centrarse en los momentos de luz deja espacio para que se manifieste el brillo.
Las posibilidades de nuestro ser son infinitas y nos exigen un poco de esfuerzo (¡hay que reconocerlo!). Pero, por pequeña que parezca, aunque diminuta, a veces tenue e indecisa, la luz siempre nos acompaña. Aprendamos a iluminar. Cultivemos el coraje de dejar salir nuestra luz, conscientes de que podrá iluminar no sólo nuestro camino, sino también el de aquellos que nos encontremos en el recorrido.