El Dibujo
El Dibujo
Por increíble que parezca, el dibujo no existía antes del Renacimiento. No es que los artistas no dibujaran. Por supuesto que dibujaban. Pero el dibujo no existía como obra autónoma, como algo independiente de la pintura. El dibujo era entonces sólo una etapa más en la realización de un cuadro, como preparar el marco de madera que iba a ser pintado, moler las tintas o fabricar los propios pinceles.
Era un «molde», una «plantilla» del trabajo de pintura que sería ejecutado posteriormente. Antes del Renacimiento el dibujo era un diseño de contornos, figuras simples que se llenaban de color. Durante el Alto Renacimiento, y principalmente a partir de Leonardo da Vinci (ya que él tuvo un papel fundamental en eso), el dibujo se volvió algo muy diferente.
¿Por qué un trazo nos da una sensación tan fuerte de movimiento? Es curioso, porque en realidad, en el dibujo, nada se está moviendo. Todas las líneas, las marcas de carboncillo o tinta están quietas allí, paradas sobre la hoja.
Con la música ocurre algo similar: lo que se escucha es una nota, después otra. En ningún momento escuchamos simultáneamente la melodía entera. La melodía existe en la memoria del oyente. Y esa melodía es mucho más que una suma de notas, ya que las mismas notas, con diferente duración o en otro orden, construyen otra melodía y comienzan a provocar una sensación completamente diferente de la melodía inicial. La música se construye dentro del oyente.
Algo semejante sucede con el dibujo. O más bien, todo lo contrario, como una imagen en un espejo. La música, que se desarrolla con el tiempo, traza un dibujo (la melodía) en el interior del oyente. El dibujo, estático, se desdobla en ritmos y movimientos dentro del observador.
¿Qué son esos movimientos?
En el caso del dibujo, y en especial en los bocetos como los dibujos de Leonardo Da Vinci, el movimiento es el de su propia creación. El dibujo registra el gesto; al mirar la imagen reconstruimos los gestos que la crearon y para eso basta con mirar.
Pero, no es solamente el gesto que está registrado en el boceto. En éste, la mano y el pensamiento van juntos. En el dibujo vemos una maraña de brazos y cabezas en diferentes posiciones. Es como si estuviésemos mirando por encima del hombro de Leonardo mientras él dibuja. Leonardo dibuja y experimenta, cambia los gestos y la inclinación de la cabeza, piensa alternativas, descarta algunas y refuerza otras a una velocidad enorme, un verdadero genio creativo.
Volvamos a la pregunta. ¿Qué son esos movimientos, esos ritmos que recrean nuestra mirada? Es el pensamiento en movimiento, en proceso, en esa fabulosa concordancia entre intención y gesto, materializado en el papel.