Del ser al Todo
Del ser al Todo
Bajo la planta de los pies nos sostiene un camino. Debajo o encima de este terreno habita la vida en escalas a menudo no consideradas. Desde las mínimas partículas contenidas en uno de los átomos de un grano de arena, hasta la cola del polvo cósmico que acompaña a la estrella más lejana, nada es en vano y todo está conectado.
Perfecta línea de existencias en la que el hombre está en el punto central. Constituido, básicamente, por elementos provenientes del agua, de la tierra, del sol y del aire. Dotado de razón, inteligencia y sensibilidad. Un ser que trae el mundo en su mente y puede ver más allá de lo que los ojos pueden observar.
Y es este individuo, concebido con átomos integrados a toda la naturaleza, que hasta su último aliento construye lo que le rodea. Y quien, restringiéndose a sí mismo, se limita a lo que el egoísmo puede realizar. Pero en el trabajo diario, entre equilibrios y desequilibrios, puede ser llevado a observarse, a conocerse, a vencerse y a cambiar.
En el análisis de sus rastros y hechos, de sus reacciones y acciones obtiene resultados que lo invitan a acelerar la evolución. Aceptar o no es siempre su opción.
Y frente a esta decisión, con los pies firmes en el suelo, mirando el cielo en su inmensidad, percibe que, aunque ínfima, la conciencia ampliada ilumina su camino, lo hace capaz de mirar más allá, ayudar al prójimo y modificar el medio que lo rodea. Se siente útil e integrado a la vida que le seguirá ofreciendo nuevas oportunidades de felicidad.
Y la marca de su ejemplo resonará en lo más íntimo de un grano de arena y en la estrella más lejana. Se transformará a sí mismo y al todo.