Cyberarqueología: una nueva forma de explorar el pasado
Cyberarqueología: una nueva forma de explorar el pasado
En 1870, cuando el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann encontró la ciudad de Troya, sus principales herramientas de trabajo fueron cucharas, cuchillos, picos y algunas toneladas de dinamita.
Casi un siglo y medio después de este hallazgo, los arqueólogos de todo el mundo realizan sus excavaciones usando equipos mucho más modernos: drones, escáneres, cámaras de alta resolución y aparatos que captan imágenes en 360 grados y en 3D.
Tecnologías que hace poco tiempo solo existían en los libros de ciencia ficción, ahora nos ayudan a comprender mejor nuestro pasado.
Una de las principales herramientas utilizadas por los cyberarqueólogos – arqueólogos que utilizan la tecnología para realizar el trabajo – es el LIDAR, o Light Detection and Ranging (algo así como Detección y Mapeo por Luz). Estos aparatos funcionan con pulsos de laser y normalmente se acoplan a aviones o drones para sobrevolar un lugar determinado escaneando su topografía. Es tan grande su precisión que consiguen “ver” detalles como la distancia y la forma de los objetos.
A continuación, los cyberarqueólogos llevan los datos recogidos al laboratorio y vuelven a montar, en realidad virtual, las imágenes obtenidas. Todo eso sin tener que excavar un centímetro del suelo. La representación virtual detallada facilita la identificación de lo que es tierra, piedra o material arqueológico, preservando el suelo y sus capas de historia superpuestas.
A comienzos del año pasado, esta tecnología ayudó a un equipo internacional de científicos a realizar un gran descubrimiento en la región de Aguada Fénix, en México. Un escenario de densa vegetación y de difícil acceso.
Después de sobrevolar el lugar con un dron equipado con un escáner LIDAR, las imágenes obtenidas por los equipos revelaron una plataforma de 1,4 km de largo, construida hace más de tres mil años con arcilla y polvo de ladrillo. El mayor y más antiguo monumento de la civilización Maya encontrado hasta la fecha: una meseta artificial cuidadosamente dispuesta para permitir la observación del sol naciente a comienzos del verano y del invierno, y también para estudiar el movimiento de los astros. Estas son hipótesis planteadas por los científicos que participaron en la investigación.
Recientemente, otros descubrimientos arqueológicos también fueron posibles gracias a estas tecnologías.
Un grupo italiano de cyberarqueólogos mapeó la ciudad romana de Falerii Novi, fundada hace más de dos mil años y completamente enterrada. Sin ninguna excavación, solo con el uso de estos modernos equipos, se encontraron un teatro y una red subterránea de tuberías.
Otra expedición científica encontró en la isla escocesa de Arran, casi mil nuevos sitios arqueológicos. De las reliquias descubiertas en el lugar, había asentamientos prehistóricos y haciendas medievales.
En Camboya, imágenes captadas por un dron equipado con LIDAR revelaron una perdida ciudad medieval de aproximadamente 1.200 años.
En Dourado, una ciudad brasileña localizada a 280 km de San Pablo, estudiantes de ingeniería descubrieron un sitio arqueológico de más de 12.600 años repleto de inscripciones rupestres nunca antes reportadas.
Toda esta tecnología ha permitido a los científicos el intercambio rápido y seguro de estudios e investigaciones entre los laboratorios de todo el mundo, y amplió la gama de investigadores dispuestos a analizar el terreno y a identificar más puntos de interés. Muchos internautas que llevan en sí el espíritu de investigador, a través de la plataforma GlobalXplorer (www.globalxplorer.org), también pueden analizar las imágenes recolectadas en busca de tesoros arqueológicos aún desconocidos.
En los últimos años, el hombre ha hecho grandes avances tecnológicos. Pero, cuanto más camina hacia el futuro, mayor parece ser la voluntad de conocer el pasado, quién es y de dónde vino. Con la ayuda de la tecnología, los cyberarqueólogos buscan responder, por lo menos en parte, a estas preguntas. Si lo logran, sólo el tiempo lo dirá.
Colaboración: André de São Plácido Brandão