¿Catástrofe u oportunidad?
¿Catástrofe u oportunidad?
Colaboración de Sergio Ciaschi – Latina, Italia
Me gustaría compartir algunas reflexiones significativas para adentrarnos en el intrincado viaje interior que se puede hacer en momentos de calamidad… Y me gustaría comenzar con la observación del panorama tal como lo percibimos en este momento, que plantea una pregunta espontánea y recurrente: ¿pero existe una salida?
Para responder, mientras la Ciencia no encuentra una explicación razonable de lo que sucede, debemos recurrir a la Filosofía, de la cual surge otra pregunta: ¿dónde estamos?
Mi reflexión se ayuda de símbolos enigmáticos que, a lo largo de los siglos, se han utilizado de distintas maneras y que evocan imágenes muy diferentes: el Laberinto y el Dédalo.
El término laberinto evoca las palabras latinas “labor intus”, que significan “trabajo interior”, y por lo tanto, es el camino interior que debe ser encontrado y recorrido hasta el final. El laberinto presenta una trama sorprendentemente tortuosa, sin propósito aparente, si no se percibe claramente que el camino conduce a un determinado fin y termina inevitablemente en el centro.
Este simboliza el camino que lleva al principio interior. Quién encuentra la entrada puede llegar al centro siempre que no mire para atrás; porque no hay elección entre izquierda y derecha, sino solo avanzar o retroceder.
Quien no persevera, cae. Quien logra vencer, se convierte en otro hombre.
El Laberinto conduce al interior de sí mismo en un viaje tortuoso y engañoso que lo lleva a un espejo despiadado, donde se decide la salida. En el centro del laberinto se produce la transformación de sí mismo y, al final del viaje, se afirma la victoria de lo espiritual sobre lo material, de la inteligencia sobre el instinto, del conocimiento sobre el saber. Es un recorrido que ofrece la entrada a todos, pero sólo permite la salida a algunos.
Quien ingresa en él, a lo largo de su trayecto pasa muchas veces cerca del centro, pero no logra verlo y, a medida que se aproxima al centro y luego se distancia de él, pasa por un proceso de madurez en el que se pone a prueba su voluntad y su perseverancia.
Entre el LABERINTO y el DÉDALO existe una gran diferencia: el dédalo tiene un camino intrincado y callejones sin salida; el laberinto tiene un único camino que lleva al centro y el mismo camino lleva a la salida; el dédalo es engañoso, el laberinto es seguro; el dédalo es CAOS, el laberinto es ORDEN. EN EL DÉDALO NOS PERDEMOS. EN EL LABERINTO NOS ENCONTRAMOS.
En un dédalo existen muchas rutas transitables: las bifurcaciones engañosas y los caminos sin salida no permiten una visión clara del recorrido, y uno se pierde fácilmente.
El dédalo es, de hecho, el espacio cerrado en el que se equivoca el hombre que se deja guiar por una conciencia orientada por las impresiones de sus propios sentidos. Muestra numerosas posibilidades e indica elecciones aparentes, muchas veces contradictorias.
En un dédalo existen muchas rutas transitables: las bifurcaciones engañosas y los caminos sin salida no permiten una visión clara del recorrido, y uno se pierde fácilmente. El dédalo es, de hecho, el espacio cerrado en el que se equivoca el hombre que se deja guiar por una conciencia orientada por las impresiones de sus propios sentidos. Muestra numerosas posibilidades e indica elecciones aparentes, muchas veces contradictorias.
Entonces, en esta confusión, el hombre se pregunta, quién es y dónde está: si en un laberinto, que se entra por la puerta estrecha y al no haber más referencias externas, se debe seguir el camino interior; o si en un dédalo, donde su aparente emancipación lo redujo a un estado de postración permanente y de subordinación, solo podría salir con un gesto de coraje, buscando objetivos y redefiniendo su destino.
En conclusión, para responder la pregunta inicial:
Existe una salida y hay que buscarla dentro de uno mismo. Una vez encontrada, usted sabrá si el camino que ya recorrió en un trayecto horizontal, lo habrá llevado definitivamente al centro del laberinto, donde la salida es únicamente vertical, hacia un conocimiento de difícil acceso, más allá del límite humano, en dirección a una dimensión que aún debe ser explorada.