Andar en bicicleta
Andar en bicicleta
A partir de una actividad común, como es la de andar en bicicleta, Einstein acuñó una de sus frases memorables:
«
“la vida es como andar en bicicleta; para mantener el equilibrio, usted tiene que continuar en movimiento”.
La mayoría de las personas, durante la infancia, se sube a una bicicleta. Muchos comienzan practicando con la ayuda de rueditas que le dan estabilidad. Poco a poco se va sintiendo el andar, el viento en la cara, la fuerza de las piernas, el peso del cuerpo, las manos que dirigen el manubrio, el funcionamiento de los pedales, los deslizamientos sobre el terreno, la existencia de los frenos. Un verdadero conjunto de elementos que se van sumándose e interconectándose hasta alcanzar el punto de equilibrio que permite el desplazamiento en dos ruedas.
Así descripto, parece toda una hazaña, una conquista del hombre que, con su energía, consigue la propulsión de una máquina. Y, tal vez, así sea.
Pero, de cualquier manera, continúa percibiéndose lo fácil y simple del acto de andar en bicicleta, así como observó aquel científico de cabellos un poco desordenados, continúa despertando la admiración y activando la imaginación de muchos.
Entonces, ¿dónde estaría la diferencia? Al fin de cuentas, para Einstein, ¿pasear en bicicleta era diferente de lo que es para cualquiera de nosotros?
La respuesta puede ser sí y puede ser no. Tal vez dependa de la atención que pongamos en lo que veamos, de cuánto de nuestro conocimiento coloquemos en cada cosa que hagamos, de cómo experimentemos el pasaje de la teoría a la práctica, la diferencia entre tener un conocimiento y ser ese conocimiento.
Y así como el cocinero prueba su masa, el médico testea sus prácticas y el músico ensaya con su instrumento, en la búsqueda de esa felicidad que anhela, el filósofo entrena para reconocer, en todas las situaciones, en cada momento, en cada circunstancia en que se encuentre, un aprendizaje, un punto de sabiduría que se muestre palpable, degustable, visible, aquel conocimiento que él ya presiente que lo conduce al objetivo.
Tal vez cabe formular aquí otra pregunta:
¿por qué será que decimos que
«andar en bicicleta nunca se olvida»?