17 de Noviembre de 1981
17 de Noviembre de 1981
Muchas fatalidades suceden y duelen profundamente en el fondo de algún punto que todavía encuentra resistencia.
¿Qué será lo que provoca el dolor?
¿Qué será lo que quita el estado de paz?
Hasta un gran aspecto de paz relativa se me ocurre: la paz que ocurre cuando se da una satisfacción a todos; la paz que ocurre cuando todos están satisfechos, como si la satisfacción que cada uno pueda sentir no fuese condicionada a la verdad de cada uno. Y cuando todos están satisfechos dentro de la verdad de ellos, aquel que cumplió las exigencias de la verdad de cada uno, ve el ambiente sereno, alegre –por la satisfacción– y siente paz. Parece que es aquella paz que es conferida cuando usted consigue que todo vaya bien, cuando los acontecimientos están siempre de acuerdo con lo esperado por cada uno. Y de esa satisfacción nace la paz. Pero esa paz no es la Paz. ¡Y qué difícil es encontrar la otra Paz!
Porque parece que esa satisfacción que se consigue en los otros es lo que nos da paz. Parece una especie de rompevientos, algo que frena la avalancha de insatisfacciones que existen contra usted, contra cualquiera, cuando quiere promover la paz. Y usted solo percibe la avalancha que existe cuando no consigue mantener esa paz, por insatisfacción, conflicto, duda… Como si la insatisfacción no fuese justa, como si el conflicto no fuese justo.
(…) Quien consiga penetrar en lo impenetrable que existe, podrá mantenerse en un estado de Paz, principalmente si tuviera coraje de enfrentar la avalancha, el ventarrón; principalmente si tuviera coraje de asumir la insatisfacción de los que lo rodean, asumir como fruto de la Justicia.