10 de Junio de 1981
10 de Junio de 1981
¿Cuánto tiempo, cuántas veces, cuánto espacio deberá ser ocupado por cada uno hasta que, en definitiva, descubra el real sentido de la Vida?
¿Cuánto tiempo deberán quedarse las personas en el intento del reconocimiento?
¿Será que conocerse nuevamente, o reconocerse, es tan difícil así?
¿Será que las personas, con todo lo que tienen para ver, para oír, para agarrar, para experimentar, no entienden, en definitiva, quiénes son, de dónde vinieron y hacia dónde deberán ir un día?
¿Será que es tan difícil así? ¡¿Será que es tan difícil así?!
¿Será que el dios de la materia es tan poderoso que vence al Dios que hizo inclusive la materia?
¿Será que la parte es mayor que el Todo?
¿Será que la lógica racional y trascendental desaparece, dentro de la individualidad del pueblo que vive en la época en la que vivimos nosotros?
¿Será que las personas no sienten que es lógico que la criatura no puede ser más que el Creador? ¿Y que la criatura, nosotros, y el dios de la materia, también, fueron todos creados por un Dios que es mayor?
¿Será que las personas no van a parar un día de rendir homenaje a lo efímero, a lo pasajero? ¿Será que es imposible o será que la tecnología tendrá que descubrir una inyección, un líquido para ser inyectado en las venas de cada uno, para que finalmente reconozcamos quiénes somos?
¿Será que por los procesos filosóficos, mentales, experimentales, no nos fue dado ya un gran laboratorio?
¿Será que nuestros órganos de los sentidos no representan sensores que verifican las experiencias del día a día, del día a día de todos los años, de todos los años existentes en todos los siglos de nuestra historia? ¿Será que esos sensores no conducen todo a un cerebro, a una computadora? Y ¿será que nosotros no tenemos ya un gran laboratorio para proveernos la respuesta?
¿Qué más se necesita?
Yo incluso pienso: si las personas no tuviesen piernas ni brazos, fuesen sordas, mudas, ciegas y fuesen colocadas aquí, ¿será que en el transcurso de los siglos, pensando, meditando, no tendrían más oportunidades de descubrir? Sin embargo, yo creo que el Creador sabe, realmente. El Creador sabe, realmente, por qué nosotros tenemos los elementos de manifestación: piernas, brazos, voz…
¿Será que es tan difícil reconocer lo cierto y lo errado?
¿Cuántos velos existen escondiendo la centella divina?
(…) Hasta el trabajo del reconocimiento fue hecho. Y es hecho. Y será hecho. La tarea es mucho más fácil. ¡La tarea aquí es simple!
¡Basta poner un punto final en las hipocresías!
¡Basta poner un punto final en lo que es errado!
¡Basta recordar que, si no es, no merece!
¡Basta recordar que existe una remisión de errores!
Basta recordar.
(…) Pare de intentar el camino que sabe que es errado. Expóngase a la luz. Pare de andar por la oscuridad.
(…) ¿Qué más es necesario mostrar? ¿Qué más es necesario hacer?