24 de Septiembre de 1981
24 de Septiembre de 1981
En el restaurante Néctar, a raíz del comentario de una señora que decía que siempre había sido ama de casa y que, por eso, no tendría qué enseñarle a las personas.
Todos aprenden mucho con las experiencias de los otros. Si cada uno contara lo que le pasó, nosotros aprenderíamos. Cuando usted cuenta lo que es, lo que fue, tanto da el lado de la historia. Incluso, es necesario que alguien esté parado para que los otros reconozcan el movimiento.
Usted enseña a parar al que corre, y enseña a correr al que está parado. Nada es despreciable en una vida. No existe tiempo incompleto. Lo que existe es siempre tiempo completo.
Si usted pone un barco en el agua con una persona adentro para cruzar un río, y a otra afuera nadando, el que está parado dentro del barco se sentirá fastidiado y va a querer la gloria de volver nadando a la vuelta; y el que está nadando querrá ser el astuto, volviendo parado dentro del barco. Uno le enseña al otro. La satisfacción de aquel que va sentado en el barco y la del que va nadando es lo que produce el movimiento, dando razón a todas las cosas. La experiencia es igual en intensidad.
Si, a la ida al otro lado del río, el que estaba parado hubiese intentado salir del barco, le habría hecho perder al otro la razón de vida. Por lo tanto, él cumplió un papel importante.
Y ahora, si usted comprendió esto, podrá dar razón a su vida: manténgase siempre en actividad, pero cambiando la naturaleza de la actividad. Siempre haciendo. Es bueno y usted debe hacer, hasta que un día encuentre el punto: es el día que usted reconoce lo efímero de todos los proyectos. Ese día, usted tendrá que encontrar el Proyecto Eterno e intentar dirigirse hacia él.