4 de Octubre de 1980
4 de Octubre de 1980
Diálogo a una provocación
[Provocación]
– Sería cobardía de mi parte discutir con usted, ya que conozco todos sus complejos.
– Pues yo también conozco los suyos y estoy listo para discutir.
– Mire, si usted considera los míos de superioridad, entonces sepa que no discuto con inferiores; pero, si usted considera los míos de inferioridad, está ahí manifestada su cobardía.
– Entonces, usted se da por vencido y se niega a discutir conmigo.
– Si fuera por vencedor o vencido, me da igual, ya que es esto lo que me enseña la sabiduría: sea hecha la voluntad de los menores.
– Yo creo que huir es la manifestación de la cobardía.
– Lo que usted cree debe ser guardado y utilizado, pues podrá ser un sabio tesoro.
– Palabras y más palabras no dicen nada. Sin embargo, yo todavía creo que…
[Vuelve a la primera provocación]
– Si usted no presta atención a las palabras, ¿cómo osa querer que yo le dé atención a las suyas que son de provocación?
– Porque las mías son un ataque a su integridad de pensamiento, por lo tanto, una cuestión de honor, y las suyas son una fuga por cobardía del supuesto honor existente en su persona.
– Esto que acaba de decir solo puede reforzar mi deseo de no discutir con usted, ya que lo que usted juzga estar atacando no recibe de mí el nombre de honor y, por lo tanto, deberá ser el reflejo de uno más de sus complejos. Y si yo no me digno a considerar sus palabras es porque el tema que ellas expresan es un punto superado por mí hace mucho tiempo.
– Pues yo insisto en que usted no reacciona al ver atacada su manera de pensar. Esto debe ser considerado como un acto cobarde y, por lo tanto, todas sus palabras e ideas, sin efecto.
– Pues yo digo que si la manera de pensar, las palabras y las ideas pudiesen ser entendidas por todos los hombres de una manera igual, no habría acomplejados ni discusiones. Es una cuestión de límite de inteligencia, y negarse a la discusión es una cuestión de comprensión.
– Entonces, ¿cómo, sin discutir, alguien podrá ser elucidado?
– Haciendo lo que usted está haciendo ahora, o sea, preguntando, señal de reconocimiento de la inferioridad. Adiós.