Energía
Energía
¿Qué concepto representa esta palabra tan versátil? ¡En cuántas situaciones diferentes la palabra energía es utilizada! Es usada tanto para designar lo que está en juego al quemar un combustible, como para explicar una actitud elogiosa de alguien.
Hubo un tiempo en que la Ciencia era objeto de estudio de los filósofos. Platón en su diálogo “Teeteto” hace una pregunta: “¿Qué es la ciencia?”. Y concluye que la ciencia es la “posesión de la verdad”. Enseguida, su discípulo Aristóteles dijo que la ciencia comienza con la percepción sensorial y termina con el conocimiento intelectual.
Durante mucho tiempo, la ciencia y la filosofía anduvieron juntas, siendo la primera objeto de la segunda. La más nítida distinción entre el conocimiento científico y el conocimiento filosófico surgiría más tarde, en el Renacimiento, con la constitución de una ciencia que reivindicará para sí la exclusividad de lo cuantitativo y de lo experimental.
Ya sea a través del uso de la Ciencia o de la práctica de la Filosofía, forma parte de la constitución del ser humano indagar los porqués de los hechos que observa. Y, en esa búsqueda de una respuesta, una urgencia tan antigua como actual, la contribución de los filósofos clásicos no es menos importante que la de los científicos de la actualidad.
Analizando la evolución de los conceptos, a lo largo de la historia de la ciencia, vemos como el ser humano evolucionó en esa búsqueda. El concepto de universo, por ejemplo, es muy diferente de aquel pensado en la antigüedad. O también el concepto de célula, que era vista como celda cerrada y se transformó en un elemento de integración de los tejidos y órganos; o del átomo, que pasó de ser indivisible a una infinidad de subpartículas. Esta evolución demuestra el camino recorrido por el ser humano en su búsqueda de respuestas.
El concepto de energía, tal vez más que todos demás, sintetiza esta búsqueda por contener en sí la idea de constancia en medio del cambio y de unidad frente a la multiplicidad; al mismo tiempo causa y efecto. Y en los tiempos actuales, parece que toda la humanidad se ha volcado hacia ese concepto. Energía se transformó en una palabra con múltiples usos, tanto en el sentido común como en el medio científico, y su estudio fue incluido en muchas disciplinas, volviéndose así familiar para todos.
Analizando la evolución de los conceptos, a lo largo de la historia de la ciencia, vemos como el ser humano evolucionó en esa búsqueda. El concepto de universo, por ejemplo, es muy diferente de aquel pensado en la antigüedad. O también el concepto de célula, que era vista como celda cerrada y se transformó en un elemento de integración de los tejidos y órganos; o del átomo, que pasó de ser indivisible a una infinidad de subpartículas. Esta evolución demuestra el camino recorrido por el ser humano en su búsqueda de respuestas.
El concepto de energía, tal vez más que todos demás, sintetiza esta búsqueda por contener en sí la idea de constancia en medio del cambio y de unidad frente a la multiplicidad; al mismo tiempo causa y efecto. Y en los tiempos actuales, parece que toda la humanidad se ha volcado hacia ese concepto. Energía se transformó en una palabra con múltiples usos, tanto en el sentido común como en el medio científico, y su estudio fue incluido en muchas disciplinas, volviéndose así familiar para todos.
En Biología, por ejemplo, la energía es la pieza fundamental para la supervivencia de los seres vivos, así como para el equilibrio de su hábitat. En Historia, percibimos que la energía es determinante en la evolución del modo de vida de la sociedad que, desde el punto de vista tecnológico, se volvió sinónimo de desarrollo. La Geopolítica, hoy, analiza la división de los espacios geográficos y políticos según la disposición de los recursos energéticos. Y la Ecología, a su vez, alerta para que haya una opción hacia formas limpias de energía, que no agredan a la naturaleza. En Física, las interacciones fundamentales de la naturaleza se estudian a la luz de la energía. Así, cada disciplina, dentro de su lógica específica, contribuye con una faceta de este concepto. Cada una tratando el tema, dentro de su contexto y según su razón.
En Mileto, Antigua Grecia, un discípulo de Tales, llamado Anaximandro, decía que nuestro mundo, nuestro “edificio cósmico”, deriva de una sustancia no perceptible llamada “ápeiron”, lo ilimitado, en griego. Esta sustancia tendría existencia antes de la separación de los contrarios y representaría la unidad primitiva de todos los fenómenos de la naturaleza. Un poco después, en Éfeso, también en Grecia, Heráclito, instigado por la observación de que “todo cambia” (panta rhei, en griego), o de que todo está en movimiento, dio un salto filosófico diciendo que: “Debe haber algo invariable en el universo, que no cambia nunca”. Este algo sería un elemento etéreo que une todas las cosas y se puede transformar en los objetos que vemos. A esta sustancia la llamó “fuego”.
Pasados 2000 años, hacia fines de la Edad Media e inicio del Renacimiento, retomando los pensamientos clásicos, filósofos como Leonardo Da Vinci y Galileo Galilei, observaron que nada está parado, todo lo que está a nuestro alrededor está en movimiento. Este movimiento puede ser manifestado o estar en estado latente. Por lo tanto, todo contiene en sí lo que fue llamado por Leibniz como “vis-viva”, o movimiento intrínseco. Ahí comenzó el desarrollo de la Mecánica en cuanto a la ciencia.
Pasando por la Revolución Industrial, ocurrió una verdadera explosión en la utilización de las máquinas gracias a la invención de la máquina a vapor. El objetivo era construir una máquina con rendimiento absoluto, esto es, que transformara toda la “vis viva” del combustible en “vis viva” de movimiento útil. Pero parece que algo siempre se perdía en esa transformación. Esto llevó a la formulación del principio de la conservación de la “vis-viva” por D´Alembert, en el cual está el embrión de la noción de energía mecánica: cinética y potencial.
A fines del siglo XIX e inicio del XX, la evolución de la ciencia posibilitó una nueva mirada sobre los fenómenos de transformación presentes en la naturaleza. Un cuerpo luminoso emite radiación electromagnética de amplio espectro. Estas ondas electromagnéticas interactúan con la materia haciendo vibrar sus moléculas, aumentando así su temperatura; o incluso, esa radiación puede “separar” los electrones al alcanzar el material, y éstos, si fueran debidamente conducidos, generan una corriente eléctrica. Por lo tanto, luz, calor, electricidad y magnetismo son diferentes manifestaciones de una misma entidad, la que también está presente en los fenómenos mecánicos, químicos, gravitacionales y nucleares. Y, para completar, ¡Einstein nos dio una sorprendente interpretación para la propia materia a través de la fórmula e=mc2!
Cuando, en esta incesante búsqueda, tal entidad necesitó de una palabra adecuada para su descripción, fue un texto de Aristóteles que la proveyó. Por lo que se conoce, fue él quien usó la palabra “energeia” por primera vez. Energeia, en griego, está formada por el prefijo “en”, que significa “dentro”, y por la palabra “ergon”, que significa “trabajo”. Siendo así, energía sería el “trabajo que viene de adentro” o incluso la “fuerza de la manifestación”. En su texto “Ética a Nicómaco”, tras un largo razonamiento, Aristóteles concluye:
“
El bien del hombre nos aparece como una actividad del alma en consonancia con la virtud.
“
“El bien del hombre nos aparece como una actividad del alma en consonancia con la virtud”.
Esta actividad del alma él la enunció “de primera mano”: “psyches energeia”.
Así vemos que la palabra, muy empleada hoy en innumerables situaciones, fue traída de un contexto más amplio, lo más parecido a la “energía vital”. Como si siempre hubiésemos sabido que todo es energía.
Aristóteles – “Ética a Nicómaco” – Coleção os Pensadores, Editora Abril, 1984.
“The Concept of Energy and its Early Historical Development”– R.B. Lindsay, Plenum Publishing Corporation, 1971.
“Energia – Uma abordagem Multidisciplinar” – M.P. Burattini, Editora Livraria da Física, 2008.
Textos Fundamentais da Física Moderna – Vol.1 – Princípio da Relatividade, Fundação Calouste Gulbenkian, 1971.