Norte y Sur. Otoño y primavera. Fin e inicio de ciclo. Llega setiembre y trae consigo el equinoccio, fenómeno que marca el cambio de estación del año. Es la naturaleza que transforma el paisaje en todo el mundo y proporciona sutilezas que pueden (¿por qué no?) inspirarnos a transformarnos nosotros mismos.  Este es el punto más destacado de las efemérides astronómicas de setiembre.

El cambio de las estaciones ocurrirá el 22 de setiembre, cuando el hemisferio norte pasará por el equinoccio de otoño y el sur, por el de primavera. El evento sucede porque la Tierra, en su movimiento alrededor de su propio eje (rotación) y también alrededor del Sol (traslación), se ubica en puntos donde los rayos solares inciden perpendicularmente a la línea del Ecuador. De esta manera, los hemisferios norte y sur se iluminan por igual – a diferencia de lo que acontece el resto del año. Para observar el fenómeno, basta apreciar el amanecer, que se dará exactamente en el este geográfico, y la puesta de sol, precisamente en el oeste geográfico.

El nombre “equinoccio” deriva del latín aequus (igual) y nox (noche). En ese día, la naturaleza se equilibra con horas aproximadamente iguales de luz y de oscuridad, o sea, días y noches con prácticamente la misma duración. Es en ese punto de equidad que se originan las épocas duales: el otoño caracterizado por las hojas secas que caen y los frutos que se cosechan; y la primavera, con la germinación de las semillas. ¿No pasaría el ser humano por este mismo proceso en el ciclo de su vida?