El ayuno, una experiencia difícil de describir… Es abstenerse de alimentos total o parcialmente por un período definido y con el objetivo de alcanzar algún propósito. Se trata de una práctica milenaria, encontrada en diferentes momentos y épocas de la historia de la humanidad, y en varias religiones, pueblos y culturas. Los misterios que lo envuelven, no solo despiertan el interés de científicos y otros estudiosos, sino que también se contraponen al entendimiento común de que la ausencia de alimentación debilita el cuerpo.
Actualmente, muchas investigaciones identifican el ayuno como una técnica de renovación celular y el consecuente aumento de la expectativa de vida. Estudios del científico Yoshinori Ohsumi, ganador del premio Nobel de Medicina en 2016, indican que el ayuno activa un mecanismo de autodefensa producido por todas las células del cuerpo, que se caracteriza por la autofagia, o sea, una autolimpieza celular que garantiza mayor longevidad. Sin embargo, la cuestión más inmediata es determinar cuál es el tiempo ideal para su realización ya que, si hubiera exceso, los efectos pasarían a ser negativos.
En la historia moderna, personajes como Mahatma Gandhi obtuvieron beneficios significativos para su salud y vitalidad con el ayuno, más allá de utilizarlo como forma no violenta y pasiva de manifestación política. Él afirmaba: “Para mí no hay nada más purificador y fortificante que un ayuno”. Luego de su asesinato, a los 77 años, médicos forenses identificaron en la autopsia que su estado orgánico era compatible con el de un joven adulto de 33 años.
De cualquier forma la realización del ayuno también está asociada al concepto de renovación mental o espiritual. Muchas veces ligada al sentimiento de fe y/o de búsqueda de una conexión y entendimiento de algo que está más allá del mundo físico, material. La práctica exige y lleva a la disciplina, al autocontrol, a la concentración y la fortaleza, complementándose muchas veces con el ejercicio de la meditación.
Ésta también es muy valorada en diferentes religiones, a través de sus libros sagrados, como un ejercicio de entrega, oración y purificación física, mental y espiritual.
En el Islamismo, se realiza el ayuno en el período de Ramadán. Es comprendido como uno de los cinco pilares de esa religión y se cree que su ejecución representa y lleva a muchas reflexiones y beneficios, como la salud del ser humano, el perfeccionamiento de las virtudes, la purificación del alma, el autoconocimiento y amor sincero a Dios, representando una fuerza de voluntad para superar las dificultades de la vida.
La Biblia contiene diversas referencias al ayuno, mencionando a los personajes que lo realizaban (Moisés, Elías, Juan Bautista y El apóstol Pablo) y también cómo lo hacían. Se destaca sobre todo el pasaje en que Jesús meditó y ayunó durante 40 días y 40 noches en el desierto preparándose para su misión en la Tierra.
San Francisco de Asís también se aislaba en determinados períodos para mantenerse en ayuno y oración, buscando conectarse con su maestro y entender los caminos que debería seguir.
Otro ejemplo fue Buda, que en su búsqueda de la verdad permaneció 49 días meditando y ayunando. A través de este proceso, alcanzó lo que llamó “Nirvana”, un estado de gran paz mental. Por lo tanto, Buda descubrió el Camino del Medio, vía para llegar a la verdad a través de la moderación y de la ausencia de extremismos, liberándose del dolor y del sufrimiento.
La ausencia total o parcial de alimentación de forma regular y controlada es presentada por la ciencia y por innumerables religiones como un alimento fortificante, purificador y renovador. Las investigaciones realizadas hasta el momento parecen indicar que, de hecho, no solo de pan vive el hombre, como si la vida estuviese mucho más allá de aquello que conseguimos ver.