Un caminar de pensamientos y paradojas
Un caminar de pensamientos y paradojas
Un hombre camina.
¿Qué es esto? ¿Un árbol, una flor que nace en la rendija de la vereda? Mira hacia arriba y ve las nubes sobre un fondo azul entre las hojas del árbol. Continúa caminando, rodeado de cosas por todos lados. ¿Qué es esto? ¿Qué son estas cosas a mi alrededor?
La naturaleza del mundo y de las cosas siempre intrigó a la humanidad que busca una explicación en la ciencia, la cual, a pesar de todo su desarrollo y expansión, cada vez más parece alcanzar un límite. No. No un límite, sino tal vez una ausencia de límites. Un punto en el que las cosas se han vuelto cada vez más difíciles de definir. Un punto en que los viejos conceptos se rompieron y todo parece escaparse entre nuestros dedos. Se forman nuevos conceptos, pero aún no pueden vislumbrarse con claridad.
Tiempo y espacio, nada más concreto, nada más seguro. La vereda que se desplaza. Mi celular, sincronizado a un satélite, registra automáticamente la hora a cada paso. Pero… ¿Y si existieran dos dimensiones temporales? ¿Y si las tres dimensiones conocidas fueran cuatro? ¿O diez, u once o veinticuatro? Cuerdas, gravedad cuántica, materia oscura, energía oscura, universos múltiples…
El siglo del conflicto no resuelto entre las teorías de Einstein y las de la física cuántica que parece terminar con una explosión de decenas de teorías incompatibles entre sí. Las paradojas son curiosas. Son explicaciones del mundo que se presentan como incompatibles. Todas no pueden ser simultáneamente verdaderas… ¿O será que pueden serlo? Las paradojas tienden a aparecer exactamente cuando el mundo desborda de los conceptos que tenemos de él.
¿Será que las cosas son exactamente como estamos acostumbrados a verlas? Tal vez el sentido común, acumulado durante miles de años sobre cómo es el mundo, sobre cómo funcionan las cosas, acaso haya servido sólo para traernos hasta aquí. Hasta este punto. Punto en que nos preguntamos: ¿Qué es esto, realmente? ¿Qué es esto, realmente? Y más: ¿Quién soy yo que pregunto?
Observe ahora su propio pensamiento. Sin duda, sigue el texto que tiene frente a sí y piensa. Pero entonces, si usted está pensando, ¿quién es usted que ahora, en este instante, observa lo que está pensando? ¿Dónde está el centro del ser? ¿En el ser que piensa o en el que ahora observa el pensamiento? “¿Soy dos o soy uno?”.
¿Qué es la conciencia, qué es la inteligencia? ¿Y la individualidad? ¿Cuál es el rol del observador? Se despliegan múltiples hipótesis. ¿Sería la inteligencia una propiedad intrínseca del universo? ¿Y cuál es su relación con la conciencia? ¿Y el libre albedrío? ¿Es la vida una consecuencia natural e inevitable de procesos naturales?
La división y oposición entre cuerpo y mente, base de la ciencia desde la época de Descartes, es finalmente cuestionada por la propia ciencia. Física, Biología, Teoría de la Información, Psicología y tantas otras, todas intentan una síntesis dentro de sus propias áreas.
Es tiempo de cambio; tiempo de surgimiento de nuevos paradigmas. Es tiempo del despertar de la mente. Parece que el conocimiento dejado por místicos y filósofos durante más de cinco mil años ha vuelto a ser pertinente.
Tiempo, espacio, flor, vereda, árbol, nubes, pensamientos, preguntas y nosotros, que todo observamos… Y caminamos.
¿Dónde estoy ahora? ¿Dónde estamos ahora? En ese punto curioso y fascinante pregonado por todos los grandes sistemas filosóficos, en que lo que está afuera se encuentra nuevamente con lo que está adentro.