6 de Septiembre de 1980
6 de Septiembre de 1980
Trecho extraído del discurso dado por el Dr. Celso en la solemnidad de donación de
la Central Geral do Dízimo al Serviço Social Batuíra –San Pablo – SP
Caminando y pensando, así, irritado, pidiendo fuerzas, por sentirme por demás pequeño, e intentar quitar de la cabeza de las personas la suciedad y colocar aquellos Principios que, un día, aparecieron en la Tierra, yo comencé a buscar amigos. Y comencé basándome en la Amistad como Alianza, como Unidad, alguien que tuviese el mismo ideal, y no la amistad entendida como, normalmente, todos o la mayoría entiende. Y, en la búsqueda del ideal, comencé a encontrar: encontré este aquí, encontré aquella allá, encontré otro allí… Llegó un día en que me vi cercado de amigos. Faltaba solo una prueba. Faltaba la prueba de la Fidelidad al Principio de la Amistad. Ese día, comenzamos a pensar cómo y qué hacer para sacar al mundo de esta suciedad, de esta miseria, de esta hipocresía, porque nosotros no pretendemos arreglar el mundo, sino apenas poder dar nuestra parte. Y verificamos que era muy difícil poder ayudar.
Ese día, convocando al grupo, a nuestros amigos, hicimos la proposición, una proposición escrita ya hace miles de años. Para ser más exacto, 2.000 años atrás.
Y esa proposición estaba basada, inclusive, en nuestra situación. Nosotros teníamos que agradecer la felicidad de ser y tener. Ser alguien y tener materia.
¿Cómo hacer? ¿Cómo hacer? Era tan difícil. A fin de cuentas, no pasa un camello por el ojo de una aguja, si es que el rico tiene que entrar en el Reino de los Cielos.
Y, ese día, comenzamos a preguntar: ¿Quién es rico? ¿Quién es rico? Y si riqueza es materia. Y terminamos descubriendo que riqueza solo es materia si esa materia fuera dada, si el Principio de la Bondad estuviera presente. Y entonces fue que comprendimos la verdadera riqueza, la riqueza de Ser en las manos de quien da.